Tuve la suerte de vivir rodeada de familias castellanas, extremeñas, andaluzas, gallegas... Yo misma, aunque asturiana, pocas cosas conocía de la cocina asturiana siendo mi madre castellana y mi padre gallego, emigrados por aquellos años a Avilés para trabajar en la "fabricona". Así pude mamar las diferentes cocinas que se hacían en casa de las vecinas porque sí, antes se vivía con las puertas abiertas, y los niñas y las niñas, un día cualquiera nos colábamos en una casa cualquiera y allí comíamos. Una de las recetas que recuerdo era el gazpachuelo de Fini o de Anita una de las malagueñas de pro, de los portales de al lado.Me encantaba, ya me quedaba embobada mirando cómo lo hacían.Pero luego, me di cuenta de que aquel gazpachuelo era la versión humilde (solo agua, patata y mayonesa) del auténtico y, aún así, estaba increíblemente rico. Llevaba con ganas de hacer la receta bastante tiempo y , como siempre hay un roto para un descosido, les tocó a mis amigos ser los catadore...
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